A diferencia del pasado año que fué sólo con la intención de pasar el verano y volver, esta vez quería cambiar de aires una temporada. Es por esto que hice un contrato anual en el puerto de Rota para dejarlo allí todo el año. Mi pequeña eslora se metía otra vez en una travesía larga.
Está claro, que todo tiene sus ventajas e inconvenientes. Rota está en la bahía de Cádiz. Un lugar bonito y con mucho ambiente náutico. Varios sitios donde recalar o ir a comer. Un puerto el de Rota, bastante simpático, metido en el pueblo y además sin las temidas corrientes cuando baja o sube la marea.
Por otra parte, dejar Huelva me da mucha pena. Los paisajes y playas de Huelva no tienen comparación. El mar es mejor para navegar y los fondos son todos de arena, te puedes acercar a cualquier playa sin miedo a las piedras y si tu barco lo permite, llegar hasta las misma orilla. Además, nací y me crié náuticamente hablando en sus costas.
Por eso, puesto en pié en la proa me fui de allí gritando a los cuatro vientos ..."Volveré. Seguro que volveré!!"
El año pasado la hice en solitario, excepto el tramo El Portil-Mazagón que me acompañó mi amigo José Antonio. Ida y vuelta. Este año, se quiso sumar a la travesía mi amigo Antonio de La Cruz. Un buen amigo desde la época del bachillerato.
Conocimientos naúticos de Antonio, cero. Horas a bordo de un barco de vela, casi cero, pero con una voluntad y unas ganas tremenda. Muy ilusionado con la travesía, me llamaba todos los días desde hacía un mes al objeto de planificar el traslado y recordarme que no me olvidara de él por nada del mundo.
Como digo, un tipo estupendo, pero con sólo un defecto...habla muchísimo!!!! Por los codos, no hay quien lo calle. Tal vez creo yo que eso lo privó de contemplar lo grandioso del paisaje, la inmensidad del mar que íbamos atravesando y la aventura en que nos embarcábamos.
La travesía se haría en dos etapas en fin de semana. El Sábado haríamos El Portil - Mazagón y el Domingo Mazagón - Rota. Tuvimos que aplazar la primera intentona debido a que el tiempo y el viento no eran propicios para el rumbo que llevábamos . Lo aplazamos para el siguiente fin de semana, cosa que mosqueó a Antonio que pensaba que era una estratagema para dejarlo en tierra.
Sábado 29 de Julio de 2016. Salimos desde Sevilla hacia El Portil. Necesitábamos un chófer que nos llevara y que luego se trajera el coche de vuelta. Contar con amigos es maravilloso. Tonino, un gran tipo, amigo desde hace unos meses que lo conocí se brindó amablemente a llevarnos sin dudarlo un momento cuando se enteró que la idea era coger el autobús.
Hay gente que sabes que siempre puedes contar con ellos. Apasionado de la náutica y con unas ganas de vivir tremendas, Tonino se ha convertido en un referente, en un amigo que siempre está dispuesto para una cerveza, charlar y solucionarte algo. Lástima que no pueda corresponderle siempre...
Llegamos al puerto, embarcamos las bolsas y demás cosas a bordo y salimos pitando río abajo hacia la salida a mar abierto. Tonino se marchó a Sevilla, pero con pena por no venir con nosotros.
Bajando el Río Piedras. Vela Mayor y medio motor
Salimos a mar abierto y nos hicimos la foto de rigor para conmemorar la partida. Antoñito se me presentó para la travesía ataviado con sombrero Panameño y zapatitos de piel recién embadurnados de crema que me dejó un bonito recuerdo en todo el barco en forma de un color marrón oscuro. Él quería ir guapo para la ocasión.
Al poco tiempo le hice ver lo bonito que era su sombrero, pero lo peligroso que resulta en un velero cuando sopla viento. No tardó mucho en darse cuenta y en ponerse uno que yo tenía con barbuquejo.
Con este porte, pusimos rumbo directo al faro del espigón de Mazagón. La travesía iba discurriendo entre charlas y anotaciones que Antonio iba tomado en una libreta sobre aprendizaje náutico. Tan dispuesto, se empeñó en aprender navegación y términos naúticos durante la travesía.
El viento era genial. Un rumbo abierto de unos 7 nudos que se convirtió en un través con el paso de dos horas.
Entre charlas y aperitivos fueron pasando las millas. No había prisas por llegar. Pasamos la entrada en Punta Umbría y continuamos recto hacia la punta del espigón de Mazagón. Aproximadamente, 6 millas nos separaban. Cuando llevábamos 1,5 millas pasado Punta Umbría, aquí vino lo bueno!!
No estaba previsto y tampoco se le vio venir demasiado, aunque no se por qué, yo venía notando y viendo en el agua algo raro. Sería intuición pero ya tenía metido un rizo en la mayor cuando llegó.
El viento cambió al Sur y se puso con una intensidad que no era normal. Yo diría que en torno a 27 nudos, acompañado de una ola con rompiente.
Mi barco es de eslora pequeña y con una superficie de vela generosa, así que este viento es demasiado para el. Tuve que meter el segundo rizo y aún no fue suficiente, tuve que enrollar el génova casi a la mitad.
Rumbo de ceñida aunque no muy rabiosa. El barco se comportaba maravillosamente. Me seguía sobrando superficie de vela, que iba compensando abriendo un poco la mayor. No mucho, puesto que necesitaba algo de velocidad para compensar la ola que me entraba por la amura de estribor y que además venía con rompiente. Se puso un poco feo, pero como suelo decir muchas veces, "... si el barco aguanta, yo aguanto".
Génova enrrolado y salpicones ciñendo |
...quillo!!! ¿Esto es normal?... ¿Tú estás bien?...¿Tú estás preocupado o vas bien? Si va a pasar algo, ¿tú me lo dirías...? ¿Se va a romper el barco...? ¿Si nos hundimos pasa algo?
La cara de Antonio era todo un poema!!! Parecía un camaleón con cada ojo puesto en dos sitios a la vez. Uno en mí y otro en el mar que venía. Obviamente estaba el hombre fuera de su ambiente, aunque algo ganamos, la preocupación por la situación lo tranquilizó un poco y le hizo olvidar el bombardeo al que me tenía sometido con los apuntes naúticos en su libreta. Eso si, no me quitaba ojo buscando seguridad, buscando en mi cara y mis maniobras la seguridad que él necesitaba ver...y la verdad es que se puede decir que yo que iba disfrutando como un loco...!
Así continuábamos camino hacia el faro del espigón de Mazagón donde doblaríamos la punta camino al puerto deportivo.
Doblamos la punta. De pronto entramos en esa zona tan maravillosa para la navegación que es la ría de Mazagón. La entrada al puerto de Huelva de los mercantes. La protección que ofrece el espigón es extraordinaria para la navegación a vela o a motor. Aquí dejamos atrás el viento y las olas y entramos en zona de aguas tranquilas directo a la bocana del puerto. Le dejo a Antonio la caña mientras yo bajo las velas coloco las defensas en ambas bandas y preparo los cabos de amarre a babor para atracar en el pantalán de espera.
Antonio a la caña |
Llegada triunfal a Mazagón |
Organizamos un poco el barco y las neveras. Antonio venía con un severo dolor de contractura que me había ocultado y que le martirizaba desde hacía un par de días, pero como no quería perderse el viaje, no me lo dijo hasta el mismo momento de salir.
Yo me empeñé en ponerle una pequeña inyección para aliviarle las molestia, pero no se dejó...
Después de una buena ducha y descansar un rato, nos fuimos a cenar al bar del puerto de Mazagón. Una noche muy agradable. Cerveza y pescado para cenar amenizado con un grupo de flamenquito.
Después de esto nos fuimos a dormir. Al día siguiente nos esperaba bastantes horas de navegación. Siempre me cuesta conciliar el sueño sabiendo que al día siguiente hay una larga navegación, así que el sueño llegó tarde.
La noche fue tranquila. Sólo hubo un sobresalto de Antonio que se despertó a media noche pensando que había alguien encima del barco por que se movía. Era yo que había salido por la escotilla de proa que me estaba meando
A las 07:00h nos despertamos. Ducha, aseo y desayuno. Compra de hielo y nos pusimos en marcha sobre las 08:20h. Amaneció algo nublado y con un viento muy suave. de componente sur.
El viento era demasiado flojo, Avanzábamos con la mayor izada y medio motor.
Al cabo de una hora y media salió el sol y el viento aumentó, lo que nos permitía una navegación cómoda con ambas velas izadas.
Al mismo tiempo que nosotros salió de Mazagón un barco Alemán con una
familia a bordo. Igual que nosotros llegó a Mazagón la tarde anterior. Partió de Mazagón algo mas tarde que nosotros e igualmente llevaba rumbo dirección Cádiz. Finalmente recaló en Rota
Se alejó mas de la costa que nosotros e hizo todo el trayecto a motor, cosa que no comprendo puesto que el viento era muy cómodo para ir a vela.
Así fue pasando las horas. Antoñito seguía empeñado en aprender los términos naúticos y el trimado de velas. No paraba de garabatear en su libreta los conceptos que a su manera iba entendiendo. Así se distraía hasta que de tanto escribir apareció un visitante inesperado y al que nadie le invita a bordo. "El mareo"
No fue muy fuerte, pero como el hombre no está muy acostumbrado tuvo un momento delicado. Aquí si que me empeñé en explicarle bien lo que era barlovento y sotavento por si acaso ocurría lo que ya sabemos. Afortunadamente no fue necesario.
El día era espléndido, me hubiera gustado algo mas de viento. El sol no daba con mucha fuerza, pero ya se sabe lo que pasa tantas horas al sol, así que puse el toldo para aliviar un poco.
Seguimos avanzando. Dejamos atrás Matalascañas e íbamos por terreno del Coto de Doñana. Es la zona que mas te separas de la costa, 9,5 millas si haces un trayecto recto desde Mazagón a pasar el bajo de Salmedina por fuera.
Poco antes de llegar a Chipiona, mi cabeza iba a estallar...Antonio no había parado de hablar en todo el camino. Mas de seis horas sin parar!!!! Agotador!!!. Sus apuntes eran un caos de garabatos y anotaciones. Confundía estribor con proa, barlovento con ceñida, escota con génova...HORRORRRRRRRRR!!!!!!
Entonces se me ocurrió una idea malvada.
"Antonio, estamos entrando en la zona de la desembocadura del Guadalquivir. Aquí hay mucha vigilancia de las patrulleras de la Guardia Civil, así que hay que ponerse el chaleco salvavidas y estar muy atento"
Me acordé que tenía un chaleco que se te sube tanto al cuello que me dije "Este se va a agobiar con el chaleco y ya verás como relaja la lengua" Dicho y hecho! Se relajó y la cogió con el teléfono.
Antonio y su chaleco
Continuamos la marcha, pasamos Salmedina y nos saludaba Chipiona. Ya estamos cerca...
Seguíamos a vela costeando Costa Ballena, Punta Candor, Virgen del Mar, La Costilla y dirección al Puerto de Rota.
Quería amarrar al muelle de la gasolina para subir a las oficinas y tramitar el papeleo, pero resulta que estaba repleto de barcos, entre ellos, el barco Alemán que salió de Mazagón junto con nosotros.
No importa, como ya tenía la reserva hace tiempo, me fuí directamente al pantalán que tenía asignado. En el breve trayecto desde la bocana hasta el amarre, nos saludaban amigos y familiares de Antonio que tienen barcos en Rota. Veleros extraordinarios.
Una vez amarrados al pantalán, organizamos un poco el interior y fuimos a hacer los tramites de rigor y a saludar a los amigos y a Inma, la mujer de Antonio que nos esperaba allí.
Esa noche dormí en el barco y Antonio se fue para Sevilla.
Allí amarramos y allí terminó nuestra aventura. "Eolo" que así se llama mi barco había cumplido una vez mas y sin quejarse para nada, nos había traído con nobleza marinera y buen navegar hasta nuestro destino. El sabía, por que yo le hablo de vez en cuando, que su nuevo hogar iba a ser Rota. Ya lo conocía puesto que el año pasado me había traído a principios de Agosto y luego me llevó de vuelta a Huelva en Septiembre. Recorrimos juntos la Bahía de Cádiz durante el tiempo que estuvimos allí y la disfrutamos a diario. Ambos nos enseñamos mutuamente como son las aguas de esta zona y el ambiente que aquí se respira...de momento, aquí nos quedamos.
Nota: Antoñito, te quiero. Lo pasamos bien, eh?