Final del mes de Noviembre. Hacía un mes que que no iba al barco. Brisa alta, oleaje y fresco.
Un rizo y soltando en la mayor. Algún que otro salto en la ola pero pasé un rato divertido.
Final del mes de Noviembre. Hacía un mes que que no iba al barco. Brisa alta, oleaje y fresco.
Un rizo y soltando en la mayor. Algún que otro salto en la ola pero pasé un rato divertido.
En esta nueva entrada, hablaré del descubrimiento de este verano. A muchos le puede parecer obvio, y a mí el primero, pero hasta que no la he usado, no he visto lo bueno que resulta.
Se trata ni mas ni menos que de una nevera eléctrica. Varias veces amigos me lo habían comentado pero nunca le echaba mucha cuenta al asunto, me apañaba con la nevera propia que tiene el barco echándole hielo. Casi siempre voy solo y no le daba mucha importancia.
La verdad es que es una lata no solo por ir a buscar hielo sino mas bien por que los alimentos no se caigan al agua del fondo y tener que andar limpiándola constantemente.
Pues por probar, a principios de verano me llevé un frigorífico pequeño que tengo en casa. Un frigorífico tipo hotel. La novedad ha sido fantástica.
Como prueba la acoplé en la conejera de popa con unos travesaños de madera y agarrada con cinchas. Siempre está enchufada y cuando sales a navegar, quitas el cable y el frío dura dentro horas y horas.
Esto me ha cambiado la forma de comer y beber a bordo. Los alimentos son mucho mas variados y puedes comprar alimentos frescos y comer mejor .
Este verano, en mi travesía anual veraniega he podido disfrutar de ensaladas, salsas, yogures y pescado fresco que compraba en los puertos para luego en el fondeo dar cuenta de ello.
Ensaladas, calamares, salmonetes y gambas