viernes, 3 de abril de 2020

Última salida antes del Confinamiento

 Como toda España me encuentro confinado en casa por culpa de este maldito virus que está haciendo estragos en la población del mundo entero. Pasan los días y mis pensamientos se dirigen también hacia Rota. ¿Cómo estará el barco con tantas lluvias y vientos? Espero que bien, ya me gustaría poder ir y echarle un vistazo rápido y volver.
 Como todos mis amigos náuticos, me estoy comiendo las uñas pensando en el primer día que pueda salir a navegar. Nos consolamos haciéndonos entre todos videoconferencias, charlas por Whatssap y  así consolarnos mutuamente.

 La última salida que hice con el Mar de Alborán fue una excursión a Chipiona a primeros de Marzo. Ida en Sábado y vuelta en Domingo.
 Ir a Chipiona desde Rota es una excursión siempre muy apetecible. Son 18 millas cada etapa que se hacen muy agradables. En esta época del año es normal que te pille viento del SW lo que hace la excursión muy placentera por que te pilla el viento por el través.
La salida de Rota fue con viento suave y día entre sol y nubes. Poco a poco, a la altura del Hotel Playa de La Luz a buen resguardo de los corrales y de los bajos que hay por la zona, empezó a subir algo el viento y se hizo una travesía muy agradable.



 La llegada a la boya de Salmedina fue a 5 Kts por el través. Doblada la boya en busca del puerto el viento entraba por la popa con cierto oleaje por lo que a medio camino entre Salmedina y el puerto quité el génova por que no se comportaba bien ni a orejas de burro ni en su amura correspondiente. Quité también el piloto automático. Cuando hay empopada y oleaje tiene que trabajar mucho corrigiendo los continuos guiños que hace este rumbo. Al frente el inmenso Río Guadalquivir con Doñana a babor y Sanlúcar a estribor.

 La entrada al puerto de Chipiona está bien señalizada, no presenta problemas de entrada. Como en otras ocasiones me dirigí al pantalán de espera entrando a babor para entregar la documentación en las oficinas. Las oficinas estaban cerradas y el teléfono del marinero de guardia apagado o fuera de cobertura. Después de un rato sin que hubiera señales de él lo llamé por radio. En 15 minutos vino, abrió la oficina e hicimos el papeleo oportuno.

Pantalán de espera de Chipiona

 Como llegué temprano, una vez amarrado en el pantalán correspondiente, saqué los trastos de limpieza y le dí un buen tute a la cubierta. Una vez terminado me adecenté un poco y me fui al pueblo a andar un poco. Amenazaba algo de lluvia como así ocurrió. Era una lluvia leve, muy floja no demasiado molesta.
 El casco viejo de Chipiona es bonito, apetece andar por sus calles casi todas peatonales. Me gusta siempre que voy a un pueblo marinero visitar las iglesias. Suelen tener iglesias grandes y muy bonitas. En la parte antigua de Chipiona se encuentra la iglesia de la O. Una iglesia de estilo gótico de 1.533 del arquitecto Diego de Riaño con una bonita fachada y una maravillosa puerta lateral.




Fachada principal



Puerta lateral


















  Saliendo por la puerta lateral de la iglesia,justo al otro lado de la calle hay una pequeña ermita, la ermita del Cristo de Las Misericordias. La fachada hace pensar que es una ermita grande pero no es así. Es muy pequeña, apenas entras tiene la imagen de un Cristo enfrente y en un lateral una impresionante talla de Ntra. Sra. de La Piedad con Jesús muerto en sus brazos . Curioso el doble campanario encima dela puerta.

https://cadizpedia.wikanda.es/wiki/Ermita_del_Sant%C3%ADsimo_Cristo_de_las_Misericordias_(Chipiona)#Historia



 Una vez terminada la visita cultural toca seguir caminando hacia un sitio verdaderamente auténtico... Seguía andando por las calles peatonales que estaban a rebosar de gente a pesar de la lluvia ya que era Sábado de Carnaval. Gente por todas partes disfrazadas.
 Llegué a mi destino. Un sitio auténtico y al que siempre acudo cuando llego a Chipiona. La Bodega El Castillito. Una antigua bodega localizada en la zona del Castillo junto al mar que me enseñó mi amigo Tonino. Vinos de todo tipo, moscatel, pasas, mosto...y por supuesto cerveza. No son un prodigio de atención pero el sitio tiene un sabor auténtico. Te haces un hueco en el mostrador o si tienes suerte fuera y te pueden dar las tantas.


 Llegar allí tiene un objetivo, pedir su atún en aceite de oliva. Un plato riquísimo acompañado de una cerveza bien fría. Para continuar puedes pedir unos taquitos de jamón en aceite, mojama chacina...etc. Después, si te apetece un buen pescado, hay múltiples sitios en el entorno donde acudir. Fabuloso los salmonetes y las acedias de la zona.

Atún en aceite
 La vuelta al puerto es un agradable paseo por el paseo marítimo de unos 15 minutos. Un primer tramo con bullicio de gente lleno de puestos de camarones y almendras fritas y una segunda parte mas tranquila. El olor a las piedras del mar que te llega es delicioso.
 Si fuera verano, el Gin Tonic en la bañera del barco estaba asegurado. Ahora me conformo a veces con tomarlo dentro...peeeeero no es igual.

 Al día siguiente me despierto a las 08h y tranquilo me voy a los aseos a ducharme. Tengo que decir que el puerto de Chipiona ha reformado las duchas y aseos y la verdad es que lo han dejado estupendo. Después desayuno tranquilo al sol y después de pagar en la oficina,tomar gasolina, ordenar el interior y algunas puestas a punto general, a las 12h salgo de vuelta para Rota.

 Viento suave del SW y rumbo de nuevo a Salmedina con viento de proa. Sólo con vela mayor. Procuro abrirme un poco al viento para que porte algo aunque vaya haciendo zig zag. Las velas del Mar de Alborán están muy gastadas y necesitaría abrir mucho el ángulo al viento pero he descubierto que si pongo el carro de la mayor a tope a barlovento, la vela porta bien y consigo mejora la estabilidad y la velocidad cuando voy a motor. 


Saliendo del puerto
Doblando Salmedina





















 El día estaba algo nublado pero no hacía frío y la previsión era que saliera el sol poco a poco. En esta ocasión no vi delfines. No es raro verlos por Salmedina. Con el viento del SW cogí rumbo a la boya del Quemao. Realmente no suelo coger rumbo directo a ella pero en definitiva es la referencia adecuada.
































                                                     Buen viento para estas velas




                                                 Experimentando con piloto semiautomático

 Salió el sol y el día se puso estupendo, el viento seguía perfecto y poco oleaje. Así fue transcurriendo el mediodía hasta llegar a la altura de Rota.


No hubo pesca
Rota a la vista

























 El viento te lleva y te acompaña en una travesía plácida y cómoda. Sientes que formas parte del entorno. Sientes que eres mar, que eres viento y que eres velas. Cuando llega ese momento de equilibrio total te dejas llevar. Piensas que todo el mundo debería estar aquí y ver esto. Sentir lo que siento yo. Y llegado este momento siempre acude a mí el mismo pensamiento. Seguir, seguir, seguir...Pasar de largo mi destino, seguir navegando hasta el infinito y recorrer millas hasta que uno de los dos no pueda mas. Me pongo de pié agarrado al stay de proa y siento antes que él, el viento que va a llegar a las velas y que servirá para darle esa fuerza que necesita para avanzar.
 El viento igual que entra se va. No quiere entretenerse mucho pero es generoso, entra por el costado, acaricia las velas dando a ellas su energía y se va si haber perdido nada en el empeño. Continua en su misma dirección y así encontrarse con otras velas a las que regalar su velocidad. Miro hacia atrás y veo la perfecta curvatura que hace el génova de arriba  a abajo y me parece un equilibrio perfecto de fuerza y de estética.

 ...pero no puede ser. La realidad te golpea en el cerebro como tantas veces en la vida. 100º de timón a babor y a orientar las velas hacia la bocana del puerto. A la hora de bajar velas miras hacia atrás y ves como está el mar y raro es que no de otro golpe de timón y continuar media hora mas.

























 Al entrar a puerto, siempre te recibe la Virgen del Carmen como dándote la bienvenida. Finalmente y como fin del trayecto, me dirijo a mi punto de amarre satisfecho por los dos días disfrutados y haciendo cálculos de cuando volveré.



 Hoy escribiendo esto confinado en casa, ese pensamiento acude a mí al menos diez veces al día. Una pequeña tortura con la que tengo que pasar el día y ahora además mas que nunca puesto que hace un mes que no voy ni a ver como está.


































































































































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