Ha llegado el momento de jubilar los guantes de navegación. Me he resistido hasta el último momento por mi obsesión de no tirar las cosas hasta, que ya de verdad están de remate de mal o no admiten mas reparaciones.
Es el caso de los guantes de navegación. Ni idea de cuantos años tienen. Siempre uso guantes navegando para cuidar las manos. Son mi herramienta de trabajo a diario y no me gustaría tener una herida en ellas. El agarre de cabos es mejor. Un cabo que corra libremente no te quema. Tirar de las escotas es cómodo, un pasador de un burlón y tirar o recoger el ancla es mejor hacerlo con guantes. Las puntas de los dedos libres para trabajar los nudos, herramientas, cosas pequeñas y comer.
Como se puede ver, pedían el retiro con urgencia, pero aún cumplían su función dígnamente.
La verdad es que cada vez que viene una visita al barco, me mira como diciendo "¿Te hace falta dinero?"
Y no es eso, es que trato siempre de darle mil usos a las cosas, y si enciman me han servido bien, forman parte de mí con vida propia.
Raro es que no use el velcro que tienen para otra cosa.
La excusa perfecta ha llegado sin querer. Resulta que se me ha averiado la nevera del barco. Ha muerto en acto de servicio. Y como buen soldado, ha muerto después de haber ganado la batalla, es decir, justo cuando ha terminado el verano y la época de travesías. La arreglaré y volverá a la carga, pero ya llevaba tiempo queriéndola cambiar por una mayor que tenía guardada.
Pues bien, Haciendo la adaptación de la nueva nevera, me he encontrado en un rincón perdido unos guantes de buena calidad que serían del antiguo propietario del Mar de Alborán y parecen de buena calidad.
Un saludo
Qué va, es precioso, Leopoldo. No es ninguna tontería. Me ha gustado mucho la reflexión. Yo soy igual. Una abrazo.
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